Monja budista apoyada en un colorido mural del convento Sangchhen Dorji Lhuendrup Nunnery en Punakha

Bután a través de su gente: hospitalidad que transforma

Muchas de las veces que me preguntan por qué Bután me ha marcado tanto, hasta llegar a convertirse en uno de los viajes más especiales que he hecho (y ya llevo unos cuantos) respondo que su gente forma una parte muy importante en toda la experiencia viajera.

Sudeste Asiático y su esencia

Todo el que haya viajado allí alguna vez lo ha podido comprobar. La cultura es completamente distinta a la europea, y por tanto la gente también. La hospitalidad y la generosidad de los locales es extremadamente llamativa. En mis primeros viajes a Tailandia, Malasia o incluso en Japón o Vietnam más recientemente, tengo una sensación de seguridad y bienestar que me atrapa. Asia tiene una esencia difícil de explicar, supongo que va muy arraigada a sus diversas religiones.

Bután y los butaneses

Bután, a pesar de estar entre dos grandes como China y Nepal, ha mantenido intacta su cultura, sus tradiciones y su patrimonio en general. Siendo fiel a sus principios de conservación de zonas verdes, mantiene una política de alta calidad y bajo impacto, controlando la cantidad de turismo que recibe anualmente. 

Mujer butanesa con su hija, vendiendo quesos en su puesto del mercado Farmers Market en Timbu (Thimphu) la capital de Bután (Bhutan)

Los ciudadanos butaneses, orgullosos de su legado, respaldan con convicción esta visión. Ven el turismo como una herramienta que refuerza su cultura y permite que las generaciones futuras hereden intactas sus tradiciones, festivales, arquitectura y espacios sagrados. Para ellos, mantener este sistema es un acto consciente de responsabilidad intergeneracional.

La unión entre turistas y locales

Guias turisticos de Bután (Bhutan) apoyados en una puerta decorada típica butanesa y llevando sus tradicionales trajes "gho"

Nada más aterrizar en el aeropuerto de Paro, nos esperaban Dendup y Lobzang para comenzar la ruta de 9 días que yo misma, junto con la agencia local, había diseñado. Pasar tantas horas con el guía y el chófer consiguió que se generara un ambiente familiar y de confianza que ayudaba a resolver todas nuestras dudas de lo que veíamos, pensábamos o habíamos leído antes de iniciar el viaje.

Cada mañana, cuando el guía nos recogía puntualmente en la entrada del hotel o farmhouse, ya tenía en el asiento una botella de agua esperando nuestro viaje. Desde ese primer sorbo comenzaban las conversaciones: sobre la ruta del día, dónde comer o qué hacer por la noche y luego, sin prisa, hablábamos de las costumbres de España, de Bután o del karma. Compañeros de ruta y amigos por momentos. Todo envuelto en paz, respeto y curiosidad mutua.

Simpleza que abraza el alma

Siendo más del 75% del país budista, los butaneses trabajan mucho la sabiduría, la compasión y la generosidad. Valores que se vivían en detalle a lo largo del día en su forma de tratarte, con respeto, con cariño y con mucha tranquilidad, sonriendo siempre. En Bután se aplica el principio de ‘ley Judrey’ (ley del karma): se cree que un acto de bondad vuelve al que lo ofrece.

Público en el interior del dzong de Paro, observando desde arriba el Festival Tsechu de Paro en Bután (Bhutan)

Ellos me han enseñado a ser paciente, a sonreír más, a emocionarme con la naturaleza, a compartir y a confiar. Nos han enseñado sus casas, nos han presentado a sus familias, nos han contado sus pequeños secretos, sus opiniones sobre el país, el Rey, el turismo y la apertura a muchas cosas que están viviendo, desde hace apenas un cuarto de siglo. 

Por eso, cuando me preguntan por qué Bután es uno de mis destinos favoritos, insisto en que su gente es especial. A pesar de haber podido disfrutar de la hospitalidad de Asia en otros destinos, ellos son especialmente amables, generosos y muy risueños. Anteponen el bienestar del turista al suyo y lo han demostrado cada día en excursiones, restaurantes y festivales religiosos. ​​Esta filosofía de vida no solo moldea a la persona, sino también a toda una nación que prioriza la armonía comunitaria por encima del individualismo.

Esto crea una energía positiva y de bienestar que engancha de tal forma que hace que quieras volver, antes de que te hayas ido. 

Me enseñaron que viajar no solo es ver lugares, es encontrarse con personas que te transforman.

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