Mujer Laya sonriente en un valle de Bután (Bhutan)

¿Qué es ser feliz? Bután y su Felicidad Nacional Bruta

La felicidad es una de esas palabras que todos creemos entender, pero que cuando intentamos definirla, se vuelve escurridiza. ¿Es una utopía? ¿Una meta posible? ¿Es un estado permanente, o solo instantes fugaces que aparecen y desaparecen?

Podríamos decir que la felicidad es tan abstracta y subjetiva como la belleza —o incluso más—, porque no se ve. Es una sensación interna, única para cada persona, imposible de medir… ¿ no?

Leí sobre la Tasa de Felicidad Nacional Bruta de Bután hace muchos años, y me pareció curioso, incluso algo utópico. ¿Un Ministerio de la Felicidad? ¿Un índice para medir algo tan intangible?

Mi primera reacción fue pensar que se trataba de una estrategia de marketing turístico. Pero nada más lejos de la realidad. Años después tuve la suerte de comprobarlo en persona y terminé cuestionándome por qué el resto del mundo no estaba haciendo algo parecido. 

Historia de la FNB

En los años 70, un periodista británico le preguntó al cuarto rey de Bután, el rey Jigme Singye Wangchuck, en que posición mundial quedaba Bután en el ranking del PIB, sabiendo que ocupaba uno de los últimos puestos de la tabla. El rey le dijo que había muchas más formas de medir el bienestar de una nación, por ejemplo con la felicidad, con lo que no era tan importante basarse en la economía de un país para tener en cuenta su bienestar y su felicidad.

A partir de ese momento, se empezó a dar forma a un sistema que hoy guía la toma de decisiones del país.

¿Cómo se mide entonces la felicidad en Bután?

Parte de cuatro pilares:

  • Desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo
  • Conservación del medio ambiente
  • Preservación cultural 
  • Buen gobierno

A partir de 2005 se desarrollaron indicadores y un cuestionario piloto, con encuestas oficiales desde 2008.

El 24 de enero de 2008, se fundó la Gross National Happiness Commission (Comisión para la Felicidad Nacional Bruta), otorgándole nuevas responsabilidades para asegurar que los planes y políticas del país integrasen la filosofía de la felicidad.

Imagen de butanes esperando en una parada de autobus

Cada 3 o 5 años, varios agentes del gobierno, entre 50 y 75 distribuídos por todo Bután, se dedican a hacer encuestas a los locales para medir su grado de felicidad. 180 preguntas, basadas en nueve dimensiones: bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y buen gobierno. Las respuestas son puntuadas y se hace un baremo final mediante una serie de fórmulas matemáticas dividiendo los resultados en cuatro categorías: profundamente feliz, muy feliz, alcanzando la felicidad o infeliz. 

Al crear el Índice de Felicidad Nacional Bruta, Bután intentó crear una herramienta de medición que fuera útil para la formulación de políticas y desarrollara incentivos para que el gobierno, las ONG y las empresas de Bután aumentaran el bienestar y la felicidad de la sociedad. En función de los resultados obtenidos en las encuestas, el gobierno emplea fondos en la mejora de carreteras de acceso a colegios, alumbrado en zonas rurales, ampliar infraestructuras en zonas remotas para mejorar comunicación o construir espacios de oración para facilitar la vida espiritual de las comunidades.

¿Y si el resto del mundo lo intentara?

En la última encuesta, realizada en 2022 a más de 11.000 personas, Bután volvió a destacar como uno de los países más felices del mundo. Y no, no es el más rico. Ni en recursos naturales, ni en infraestructuras, ni en tecnología. Pero sí lo es en algo más difícil de cuantificar: la armonía, la calma, la sensación de vivir con propósito.

Al bajar del avión en Paro, algo cambia. La amabilidad de quienes te reciben, el silencio sereno de los valles, el ritmo pausado del día a día. Todo parece estar alineado con una forma de vida que prioriza lo esencial: el bienestar colectivo, la conexión con la naturaleza, el equilibrio entre lo material y lo espiritual. 

Imágen de butaneses descansando

¿Y si dejáramos de medir el éxito únicamente en base al crecimiento económico?

¿Y si el modelo de Bután lo aplicáramos en nuestros países?

Bután nos recuerda que es posible imaginar otro modelo. Uno en el que el desarrollo no esté reñido con la paz interior, donde la cultura y el medio ambiente se protejan como pilares del bienestar, y donde la felicidad deje de ser un eslogan y se convierta en política pública.

Quizá la verdadera revolución no esté en tener más, sino en vivir mejor y más felices.

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