
Cuando me preguntan por qué decidí ir a Bután, se me ocurre que quizá sería más fácil preguntarse los motivos por los que no ir a Bután. A mi solo se me ocurre uno, y es no haber ahorrado suficiente. Bután no es como sus países vecinos, India y China son más baratos, con visados irrisorios y alojamientos y comidas al alcance de casi cualquier bolsillo. Bután supone tener la hucha a rebosar de monedas, o más bien de billetes, para poder empezar a pagar la tasa de entrada por persona y noche que el gobierno cobra a cada visitante. Cien euros al día de los que solo quedan exentos creadores de contenido, periodistas y personas que han sido invitadas por algún local, todo esto supervisado por el gobierno tras hacer la primera petición (doy fé que a veces, las deniegan).
Una vez superada la barrera económica, que realmente es la que puede disuadir de ir hasta allí, el resto es similar o incluso más barato que en muchos destinos. Los vuelos son económicos, si sabes buscar y tener paciencia para cuando lleguen ofertas. Quizá volar a India sea la escala más barata antes de coger el vuelo a Paro desde Delhi o Bangladesh. Pero hay más opciones como Bangkok, Dubai o Singapur.
¿Qué incluye un viaje organizado a Bután?
El lado bueno de contratar todo con una agencia es que te pone el conductor, guía, alojamientos, entradas a los templos y museos que hayas elegido, comidas y snacks durante toda tu estancia. Esto hace que una vez que bajes del avión te desentiendas por completo de absolutamente todo.
Yo he viajado por libre casi siempre, desde hace más de 20 años. Me encanta sentarme frente al ordenador y mis guías de viaje y una vez pago mi billete de avión, empiezo a leer blogs y a diseñar mi ruta perfecta. Es emocionante darle forma a los tours, las excursiones y los destinos por los que voy a ir pasando, buscando las mejores ofertas en alojamientos, las rutas alternativas o aquellos restaurantes medio secretos para poder probar las comidas locales más exquisitas.
Un viaje a Bután se prepara en una agencia donde pagas y te mandan el programa y los billetes unos días antes de irte. En mi caso, esta agencia local que descubrí por casualidad, me ha dejado completa libertad para decidir la ruta, los días, las paradas e incluso los restaurantes donde más me apetecía ir. Han sido completamente flexibles con nuestras ganas de ver lo más importante del país y nos han aconsejado cuales eran las mejores rutas y qué opciones de cambio había cuando algo no nos cuadraba en el planning. Hemos disfrutado desde el primer momento de Timbu y su gastronomía, de la magia de sus bares por la noche y su música en directo, así como de Paro y su festival Tsechu, de los valles de Punakha y Phobjika, y las farmhouses donde nos alojamos.
Mi experiencia en Bután: farmhouses, festivales y hospitalidad
En las farmhouses, la amabilidad de la familia donde nos hemos hospedado, que nos preparaban sus mejores platos y se sentaban con nosotros alrededor de la chimenea para contarnos lo que estudiaban sus hijos que habían emigrado a Australia, o como era Bután sin turistas ni televisión hace tan solo un cuarto de siglo.

Hemos disfrutado de la magia del festival Tsechu de Paro y la generosidad de todas las familias que estaban en el evento, dejándonos estar en primera fila para poder sacar las mejores fotos de esas danzas que nos dejaban embobados durante horas con su música y su coreografía perfecta. Y por si eso fuera poco, nos daban de comer y beber, insistiendo en que éramos sus invitados y querían que disfrutáramos al máximo de su fiesta.
Nuestro guía y nuestro chófer se convirtieron en nuestros mejores amigos al segundo día de carretera. Nos cuidaban, nos enseñaban, nos explicaban y bromeaban con nosotros. Hasta nos llevaron al hospital para asegurarse que no había nada roto tras un accidente en unas escaleras, enviando después al hotel a un monje chamánico para que rematara ese tobillo y así poder hacer un trekking 24 horas después. Vuelvo a dar fé que funcionó.
¿Es Bután un destino caro?

Bután es un país único que merece ser conocido por su cultura y su filosofía de la felicidad, su naturaleza, sus templos y su budismo tántrico tan sorprendente y desconocido, su gente amable y generosa, servicial y risueña, que te tratan como si fueras familia. No es un viaje más caro que el safari de tus sueños por Botswana o ir a Ecuador y Galápagos, o conocer la costa oeste de EEUU y Hawaii. Todos estos destinos tienen en común que no son especialmente económicos pero es porque son únicos y no se olvidan por mucho que pasen los años y probablemente al final hasta quieras repetir, doy fé de nuevo.
Visto con perspectiva, es un viaje al alcance de muchos que debería estar en tu lista de favoritos. Yo repetiré seguro, aunque primero tenga que comprarme una buena hucha para ir echando monedas.