Admirando los Himalayas desde un baño de piedras calientes (dotsho) en Phobjikha, Bután (Bhutan)

Vivir el Dotsho: el baño de piedras calientes de Bután

En medio de un valle silencioso, rodeado de campos de cultivo y pequeñas casas dispersas en la distancia, con los majestuosos Himalayas como telón de fondo, viví una de las tradiciones más ancestrales y especiales de Bután, transmitida desde hace siglos, de generación en generación.

El Dotsho, es una experiencia profundamente enraizada en la tradición y el bienestar en Bután. Se trata de un baño tradicional de piedras calientes, utilizado desde hace siglos por los butaneses tanto con fines terapéuticos como espirituales.

Tina o bañera del Dotsho, el baño de piedras calientes tradicional de Bután (Bhutan)

Esta tradición ha ido evolucionando con el paso de los años, hasta el punto que se puede disfrutar en muchas de las farmhouses de Bután, principalmente en los valles de la zona de occidente. Este baño de piedras calientes ha sido durante siglos una fuente de sanación física y espiritual para los butaneses. Antiguamente, las familias se acercaban a los ríos a recoger piedras especiales, preparaban tinas de madera con agua fría directamente del cauce, encendían el fuego y, cuando las piedras estaban al rojo vivo, las sumergían en el agua para calentarla, y era en ese momento cuando la familia se metía dentro y disfrutaban de un baño caliente, relajante y terapéutico. Una forma de descanso, conexión y sanación. Era una tradición familiar de fin de semana. 

Ahora, esas mismas familias han trasladado a su propio hogar el Dotsho. Los artesanos han creado unas hermosas tinas de madera, en un espacio generalmente detrás de las casas, con vistas al valle. Las piedras siguen recogiéndose en los ríos y se calientan con fuego de una hoguera. Luego se introducen en un compartimento separado de la bañera. Al entrar en contacto con el agua, liberan minerales y vapor que calienta el agua de la bañera, hasta que alcanza la temperatura deseada. Además, en la actualidad, se suelen añadir plantas locales como artemisa, menta salvaje, rododendro o enebro, conocidas por sus propiedades curativas, que mezcladas con el agua caliente hacen que tras unos minutos dentro de la tina, nuestro cuerpo absorba sus vapores y se beneficie de las propiedades de estas hierbas. Estas propiedades son analgésicas, antiinflamatorias y relajantes, y logran una mejora del equilibrio energético del cuerpo, según la medicina tradicional tibetana.

Recuerdo llegar a la farmhouse tras unas horas de coche, y otras tantas de trekking, y que nos dijeran tras enseñarnos la habitación: «¿a qué hora queréis vuestro baño?» De repente todo el cansancio acumulado desapareció, quería ir a la tina a disfrutar del famoso baño de piedras calientes.

Cogimos las chanclas, la toalla y caminamos por un sendero que había bordeando la casa por detrás, hasta llegar a una especie de cabaña con unas puertas de madera amplias que se abrían hacia los lados y de repente dentro estaba la tina, humeante, con un olor a flores y menta intenso. Nos explicaron cómo avisar para que nos pusieran más piedras calientes cuando el agua se fuera templando, había una persona fuera esperando que alzáramos la voz diciendo ¡DO!, que significa piedra en dzongkha. En ese momento el hombre cogía una de las piedras del fuego y la introducía en la tina, logrando calentar el agua de nuevo. Nos dieron dos botellas de agua y nos cerraron las puertas a la espera de avisarles cuando ya estuviéramos dentro de la tina, sumergidos en ese agua caliente que descontracturaba un músculo cada 10 segundos.

Cuando ya estábamos listos les avisamos y volvieron a abrir las puertas de madera, y de repente vi el valle, los cultivos, los pájaros y el humo del vapor de agua salir por cada poro de mi piel hacia el horizonte y pensé que daba igual hacer otro trekking al día siguiente, si después tendría un baño de piedras calientes antes de irme a dormir. La imagen del valle asomando lentamente mientras abrían las puertas de esa pequeña cabaña cuando ya estábamos dentro de la tina es algo que nunca olvidaré. Otra de mis postales mentales, guardadas para el recuerdo. Después de varios ¡DO! y cerca de una hora sumergidos en la tina, nos despedimos de ese DOTSHO maravilloso.

El Dotsho cura cuerpo y mente. Uno busca relajación y curación, pero a la vez consigue una profunda conexión con el rico patrimonio de Bután, y eso es algo que allí saben hacer muy bien. Conservar su patrimonio cultural y espiritual con el paso de los años y tener la generosidad de compartirlo con nosotros. 

Si vas a Bután, no deberías perdértelo. Es una de las experiencias más auténticas, que jamás olvidarás.

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